domingo, 25 de octubre de 2015

Estética de la música popular









El sociólogo que trabaja con música popular contemporánea se enfrenta a un conjunto de canciones, grabaciones, ídolos y estilos que existen como consecuencia de una serie de decisiones, tomadas tanto por los creadores como por los consumidores, sobre lo que es un sonido completamente logrado. Los músicos escriben melodías y ejecutan solos; los productores escogen entre diferentes mezclas de sonido; las discográficas y los programadores de radio deciden qué debe tocarse y qué debe emitirse; los consumidores compran un disco y no otro, y concentran su atención en determinados géneros. Corno resultado de todas estas decisiones, aparentemente individuales, aparece un determinado patrón de éxito, gusto y estilo que puede ser explicado sociológicamente.






Desde la perspectiva de los fans es obvio que cada uno escucha la música que escucha porque «suena bien», y lo interesante aquí sería averiguar por qué se han formado esa opinión. Incluso si los gustos en el pop son el resultado de condicionantes sociales y de la manipulación comercial, nos los seguimos explicando en términos de juicios de valor. ¿De dónde vienen esos valores que encontramos en el pop y el rock? ¿Qué términos usamos cuando explicamos nuestros gustos? Todo el mundo sabe perfectamente qué le gusta (y qué le disgusta), qué es lo que le hace disfrutar y qué es lo que no. Si leéis la prensa musical, si asistís a los ensayos de los grupos y a las sesiones de grabación, si escucháis conversaciones en discotecas o en tiendas de discos, y si os fijáis en cómo «pincha» un disc jokey, estaréis oyendo continuamente hacer juicios de valor. Las valoraciones que se hacen en tales situaciones tienen lugar dentro del mareo sociológico general. Pero si bien esto nos permite «explicar» hasta un cierto punto la música disco o el rock, no nos proporciona argumentos para comprender por qué un determinado disco de rock o un tema de música disco es mejor que otro. Si nos detenemos en las explicaciones de los fans y de los músicos (o incluso en las de las discográficas) encontraremos un argumento recurrente. En el mundo del pop todos somos conscientes de que existen unas fuerzas sociales que determinan la música pop «normal»: ¡un buen disco, una buena canción o un buen sonido son precisamente los que logran trascender esas fuerzas!

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